Grabación: la verbena Popular y las Raves
Grabación «soterrada» de una verbena gallega en la localidad ourensana de Langullo. Este pequeño pueblo del Ayuntamiento de Manzaneda, en la comarca de Terra de Trives, celebra sus fiestas populares el ocho de septiembre, el día de La Virgen De los Remedios. Para que la fiesta coincida con la visita de los emigrantes al pueblo, adelantan la fecha al primer fin de semana después del quince de agosto, día de La Asunción. Durante esos días las calles de Langullo reciben a todos sus familiares que cómo en otras muchas pequeñas villas gallegas tuvieron que emigrar para buscarse otro modo de vida. La población se triplica y el pueblo es desde primeras horas del día un hervidero de coches y personas que se abrazan después de un largo tiempo de ausencia. El día y las fiestas patronales son aquí una excusa que reune a los vecinos, familiares y amigos alrededor de la misa, la comida-cena y la música de las bandas-orquestras.
El paisaje sonoro que pudimos escuchar fue grabado durante la comida-cena familiar, a doscientos metros del lugar donde se celebraba la actuación de la orquestra Espiga. Quisimos alejarnos del lugar en el que se estaba produciendo el fenómeno acústico para dibujarlo bajo ese filtro sonoro natural que esconden las grabaciones cuando recogen el sonido desde una fuente aislada. De hecho se produce una especie de nube que ensucia su calidad, esa distancia actúa como un filtro que rechaza determinadas frecuencias hasta conseguir una calidad mínima audible para su interpretación.
En la década de los noventa un dúo alemán llamado Porter Ricks (Thomas Köner & Andy Mellwig) influyó notablemente en la estructura de la música Techno debido a unas producciones, que además de modificar las bases rítmicas de ese tipo de música electrónica, incidía también en su valor sonoro. Sus primeros discos para los sellos Chain Reaction y Mille Plateaux tivieron una gran repercusión en la escena de baile porque conseguían transmitir el ambiente oscuro y denso de las Raves (en su origen ilegales) o fiestas de música Techno. Partiendo de una base rítmica minimalista que reducía los sonidos hasta una composición primaria, Porter Ricks evolucionaron esos esquemas hasta el paisaje sonoro industrial, mezclando el audio en filtros que «comprimían» la calidad acústica como si estuvieran cerrados en diversas capas traslúcidas. Transmitían, entonces, una sensación de lejanía o aislamiento muy cercano a las imágenes que percibimos cando nos acercamos a im concierto y aparcamos el coche a varios cientos de metros del evento. Durante la actuación, por el aire viajan sálamente determinadas frecuencias que se van modificando dependiendo de la velocidad y dirección del viento, perdiéndose en el espacio las frecuencias más grabes que no tienen poder físico hasta que estamos más cerca de los altavoces.
Las Raves tienen su origen en la Inglaterra del Acid House, a finales de la década de los ochenta, como respuesta de los jóvenes a las estrictas normativas en los horarios de cierre de los clubs y discotecas. Estas fiestas ilegales se identificaron con los ritmos electrónicos de un estilo músical compuesto a partir de varias máquinas llamadas Roland TB 303, 808 o 909. Sobre una base rítmica muy próxima a las percusiones nativas africanas, dibujaban otros sonidos agudos y ácidos que se iban modulando y variando hasta conseguir un conjunto muy hipnótico. Esa manifestación sonora podía producir determinados estados mentales de éxtasis entre sus seguidores ayudados tanto por las frecuencias propias del sonido cómo por el consumo de diversas sustancias químicas que fueron bautizadas como Éxtasis o drogas de diseño. Muy pronto, la evolución de este estilo sonoro infuenció a otros patrones rítmicos de la música electrónica que en un espacio muy corto de tiempo se diversificaron en un buen montón de estilos y, a al mismo tiempo, fueron absorbidos por la industria discográfica y de ocio haciendo suyas nuevas relaciones sociales. Nació entonces la llamada Cultura de Clubs que consistía en identificar a los espacios donde se programában esos sonidos con una estética uniforme y homogénea que iba desde la decoración, la moda, la música, diseño gráfico, etc. Con el paso del tiempo ese movimiento social fue asentándose en la sociedad hasta ocupar hoy en día las mismas connotacións y valores culturales que durante siglos consiguieron las verbenas populares en los pueblos.
Las romerías o fiestas populares de los pueblos representan el esfuerzo de una comunidad por celebrar su existencia social y, en muchos casos posición económica. No hay pueblo o parroquia que mientras siga viva renuncie a organizar un día grande con una verbena popular. Es, de alguna forma, un esfuerzo común entre todo los habitantes de la zona para sentirse orgullosos de su colectivo y para negarse a perder esa identidad que fue transmitida de generación en generación. Aunque muchos de estas celebraciones tienen un importante contenido religioso que estimula ese trabajo conjunto en pro de un objetivo, hay también una implicación pagana que se manifiesta alrededor de la música. Aquí, como en las Raves, hay una identificación por la música como hilo conductor. En ambos casos un maestro de ceremonias, orquesta o dj, tiene que amenizar la fiesta y mantener en pie durante horas a una audiencia dispuesta a entregarlo todo para buscar una satisfacción personal (y colectiva) que aleje la rutina diaria y los problemas comunes. Los elementos que identifican cada manifestación, aunque tengan un valor estético diferente, participan de los mismos principios: desconectar del aislamiento social participando en una ceremonia donde durante varias horas no hay más sentido en la vida que la «festa rachada».
Escuchar la grabación
Fotos de la cena en la fiesta de Langullo, antes de la verbena.