Paisajes sonoros de Venezuela

2 enero 2007

Proyecto CD “Paisajes sonoros de Venezuela”

Este trabajo tiene como objetivo fundamental, difundir estudios bioacústicos y registros etnomusicológicos, realizados durante 15 años en distintas regiones de Venezuela.

Los libros y registros fotográficos que reflejan la variedad y riqueza del paisaje venezolano son innumerables, pero es necesario entender que esas imágenes poseen un contenido sonoro. Existe un paisaje, que refleja las maravillas acústicas de la biodiversidad, y nos sumerge en el misterio orgánico de sus innumerables criaturas.

Marco teórico

La concepción de los textos que acompañan este proyecto de CD (No_Editado) toman como punto de partida, los análisis realizados por el investigador para la descifrar la fenomenología acústica de los paisajes, tal como se analiza una orquestación sinfónica. Los estudios bioacústicos fueron realizados en el marco de numerosos trabajos de campo, que abarcaron diversas áreas geográficas de Venezuela. En estos viajes se realizaron recopilaciones de música afrovenezolana y ritual de algunas tribus indígenas. De manera tal que cultura y paisaje sonoro, se funden para revelar mutuamente sus contenidos como una unidad indivisible. En uno de sus escritos, el investigador ofrece esta sencilla descripción:

“Mientras la luna llena sube por la bóveda celeste, dando forma a rocas gigantescas desgastadas por los elementos durante siglos, miles de insectos de variadísimas especies, alternan sus cantos vociferando sus distintas identidades desde diversas coordenadas geográficas. Las grabaciones estereofónicas que realicé de esta miríada de ánimas, son tan solo simplificaciones de la realidad acústica multitímbrica y multidimensional de este inmenso paisaje. En él, las langostas al salir de la tierra tras las lluvias, encienden sus largas y brillantes notas, conformando acordes tensos y chirriantes, que parecen suspender el tiempo marcado por los incesantes ritmos de los grillos. Pájaros nocturnos de lenguajes más desarrollados, cantan como agoreros de la muerte y del inevitable destino. Los murciélagos, llamados Machikirí por los Eñepa (tribu amazónica de Venezuela) pronuncian el sonido onomatopéyico de su nombre, para trazar un mapa acústico que le permita volar entre tinieblas que los ocultan de sus enemigos. Este animal presente en múltiples cerámicas prehispánicas de Venezuela, es reseñado en los mitos como un hombre-animal ligado al origen de la cultura, y ciertamente, por su costumbre de habitar en cuevas, se le relaciona con la pintura rupestre y sus contenidos mágico-religiosos. Cada especie de grillo marcan su territorio y atraen a las hembras, con un código sonoro propio que interpretan raspando sus órganos resonantes. En esta zona, se ha descubierto la curiosa existencia de una especie depredadora, que aprenden los códigos de otros grillos y los imita con tal exactitud, que logran atraer a algunos incautos, los cuales son irremisiblemente devorados. Los anfibios se comunican con códigos genéticamente preestablecidos, cuando escuchan la clave acústica que les avisan la presencia de un intruso, todos callan ocultando su ubicación al potencial depredador, pasado el peligro, reinician sus llamados amorosos, que deriva en la exorbitante multiplicación de la estación lluviosa. Al concluir el invierno tropical (tiempo húmedo), se producen las luchas caníbales de los renacuajos que buscan sobrevivir en las charcas que se secan. Por su parte, las aves aprenden el lenguaje de sus ancestros; llamadas de alerta, marcas territoriales, regaño a los pichones imprudentes. El liderazgo en muchas comunidades de pájaros observadas, es definido en torneos o exhibiciones de inmensos repertorios aprehendidos y reinterpretados, pues una misma especie varía sus cantos de una región a otra, de manera tal que la Paraulata ojo de candil, no canta igual en Caracas que en Maracaibo. En la capacidad humana para percibir y reinterpretar los sonidos de la naturaleza, probablemente encontremos el origen de la música. El chamán escucha; los animales y los elementos atmosféricos, lo instruyen en el modo de ordenar el lenguaje que emana de su ontología. Y a partir de la contemplación extática de los fenómenos, crea su propia música en el crisol de su intelecto. Esta música, es utilizada como un exorcismo, que hace retroceder a la enfermedad y a la muerte en sus distintas manifestaciones. Si el espíritu del hombre, no tiene la capacidad para engendrar estos argumentos sonoros, y simplemente se entrega aletargado a los dogmas del mundo, las sombras y el silencio tomarán entonces el espacio cedido por su irreflexión. Durante siglos los sonidos de la naturaleza alimentaron el espíritu de los creadores Eñepa, y estas fueron las ánimas con las que dialogaron. Los animales se hicieron entonces protagonistas de sus toques instrumentales, prácticas religiosas y mitos. Para conocer la música Eñepa, es imprescindible estudiar el mundo sonoro que los rodea, y junto con los animales, las manifestaciones atmosféricas estacionales. Pues los rayos que golpean las piedras gigantescas, también dejan marcas en el cerebro del creador extático.

Carlos Suárez. Sierra Cerbatana, Edo. Bolívar, 24/6/1997.

Esta descripción es un pálido reflejo de la inconmensurable riqueza tímbrica de esta recóndita región de Venezuela. Donde una compleja orquestación de ánimas, es interpretada por las culturas que allí habitan, como una manifestación permanente de lo sagrado, que funde lo natural y lo sobrenatural en un crisol de complementariedades indivisible. Ciertamente las voces de la naturaleza son una manifestación del misterio creador, que expresa en estos sonidos la complejidad temporal de un proceso compositivo de millones de años. El canto de un insecto es sostenido por una estructura orgánica asombrosa, que amplifica códigos acústicos cuyos contenidos profundos son expresados en las metáforas de los poetas místicos, que más allá de las limitaciones meramente clasificatorias de la ciencia, son capaces de mostrarnos su esencia fundamental.

San Juán de la Cruz. (1542-1591)

RESPUESTA DE LAS CRIATURAS 5 Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura; E yéndolos mirando, Con sola su figura vestidos los dexó de hermosura. “Canciones entre el alma y el esposo”

Entréme donde no supe, y quedéme no sabiendo toda ciencia trascendiendo. 1 Yo no supe dónde entraba, pero cuando allí me ví, sin saber donde me estaba, grandes cosas entendí; no diré lo que sentí, que me quede no sabiendo, toda ciencia trascendiendo. “Sobre un éxtasis de harta contemplación”

La naturaleza nos maravilla en su inmensidad, pues se muestra ante nosotros como una cantera de motivos y combinaciones tímbricas prácticamente inagotable. Cientos de miles de especies se reúnen estableciendo conformaciones taxonómica, que varían de acuerdo a las características propias del paisaje que las agrupa, sean; desiertos, sabanas, bosques de galería, selvas húmedas, costas, humedales, montañas, etc. Más aún si nos percatamos de que no todos los desiertos poseen las mismas especies, pues sus habitantes cambian según la latitud y el clima. Por ejemplo un bosque en España contiene sonidos totalmente distintos que uno de Sumatra. Es inevitable sentirnos desconcertados ante la diversidad acústica de esa inmensa orquesta que es la biosfera. Una orquesta cuya música van cambiando según la hora del día o de la noche, según el mes y la estación. Incluso la densidad acústica de un año, se altera dependiendo de las circunstancias climatológicas, pues un periodo de lluvias excesivamente largo, traerá como consecuencia una mayor reproducción de los herbívoros, y por tanto, una sobreabundancia de sus sonidos en el paisaje del año entrante.

Además de la cultura acústica acumulada en el análisis del paisaje, el compositor se ha involucrado con las culturas ancestrales que habitan estos lugares, aprendiendo a ejecutar sus instrumentos y en algunos casos participando de sus rituales.

En Venezuela existen solamente dos estaciones, una seca y otra lluviosa. Los Wayú, (pueblo aborigen que habita la península más septentrional de Suramérica) relacionan estos ciclos anuales con los dioses de su historia sagrada. La estación seca es personificada por Pulowi, una deidad femenina que basa su poder en la oscura brujería de la muerte, subterránea y antropófaga devora a los seres orgánicos atrayéndolos a su obscura morada. La estación húmeda es regida por Juyá, deidad masculina que controla las fuerzas atmosféricas y la vida. Estas dos fuerzas sacrales, luchan en la bóveda celeste ocupando parte del calendario sagrado. En la cosmología occidental la estrella Arturo preside la constelación del Boyero, pero para los Wayú es Juyó “el ojo de Juyá”. Cuando el sol entra en conjunción con esta estrella, se desatan las lluvias tormentosas de octubre, y el cielo es trazado por rayos gigantescos. Días antes de estas lluvias huracanadas, el sol inclemente reseca la tierra, y un tenso letargo va segando la vida de los animales más débiles. Las moscas pululan entre los cadáveres que alimentan a sus larvas, y las aves carroñeras descienden de las alturas para devorar a los agonizantes. En ese instante de máxima sequía el sol llega al ojo de Juyá, y este espíritu del trueno, desencadena lluvias atronadoras que descienden inundando el paisaje. Los animales dormidos bajo tierra, despiertan y comienzan a reproducirse por millares. El poder de Juyá propicia un estallido de vida, y cientos de semillas germinan, cubriendo la desolación con una vorágine vegetal que alimenta la reproducción de un enorme número de animales. En el cielo nocturno, puede divisarse el brillo de las innumerables almas de los muertos, la vida Láctea es su camino, y todos los seres devorados por Pulowi en la estación seca, ascienden a los cielos para producir las lluvias vivificantes de Juyá. Es el eterno ciclo de la vida y la muerte, que repite su dialéctica una y otra vez, y cada una de estas fuerzas afilan sus argumentos con el paso de los siglos, en una batalla que inevitablemente será ganada por una de ellas.

C. Suárez. (Perijá, Edo. Zulia. 4/4/1994)

Consideraciones técnicas

En esta publicación los paisajes no son presentados tal cual se registraron en los trabajos de campo. Se procesaron con un software especial pues en muchos casos no reflejaban la realidad escuchada por el investigador en estos lugares. En primer término debemos señalar que los micrófonos captan más ciertas frecuencia al no poseer una respuesta plana, es decir que son más sensibles a unas frecuencias que a otras, esta miopía acústica es después acentuada por los altavoces o audífonos donde se reproducen pues tampoco tiene una respuesta plana. El problema de estos dispositivos técnicos, esta en que los micrófonos no son diseñados para grabar paisajes sonoros, sino instrumentos musicales y voces humanas. Y esta respuesta desbalanceada, incrementa ciertos rangos de la polución acústica que entonces enmascaran los sonidos reales del paisaje.

Por otro lado, en las grabaciones se cuelan ruidos como los que produce el viento al golpear el micrófono y las vibraciones de la mano que lo sostiene o las vibraciones de la tierra si esta posado sobre ella. Por esta razón, en algunos ejemplos se ha tomado la decisión de eliminar esos ruidos accidentales o propios de la polución acústica que en ciertos paisajes son producidos por los asentamiento humano, esto origina como consecuencia unas grabaciones es muy limpias, casi cristalina, donde el paisaje es recompuesto para realzar los sonido que el recopilador considera más relevantes, tal como un fotógrafo revela sus registros utilizando las técnicas propias de su oficio para resaltar ciertos elementos y de esta manera desarrollar su discurso ideológico.

Por otro lado, es importante destacar que el sonido llega a nosotros de todas direcciones cuando lo percibimos con nuestros oídos, y al realizar una grabación estereofónica los sonidos que vienen de atrás se introducen también en la grabación. Esto constituye una deformación del paisaje sonoro, pues cuando lo reproducimos los sonidos que vienen de atrás suenan adelante, tal como si al sacar una fotografía, las imágenes que están a la espalda del fotógrafo se fundieran con las que está enfocando su cámara, el resultado sería una foto confusa donde ninguna de las dos imagen resultaría reconocible. Aunque en la percepción acústica este fenómeno es menos acentuado, el registro ideal implicaría hacer una grabación con dos micrófonos estereo, uno orientado hacia el paisaje situado frente a nosotros y otro hacia el que queda a nuestra espalda, para después reproducir estos registro en un entorno cuadrafónico. En teoría, en un registro estereofónico se deberían eliminar los sonidos que vienen de atrás, siempre y cuando esto no desvirtúe el paisaje hacia el que se encuentra orientado el micrófono.

Como ejemplo pondré la grabación número 2 que corresponde a una ciénaga a orillas de un enorme río, a nuestra espalda se encuentran un asentamiento humano que produce una carga considerable de sonidos y polución acústica, cuando reproducimos la muestra original sin procesar, percibimos como si este ruido proviniera de la ciénaga pero no es así

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Por tanto se ha decidido eliminar este ruido de la muestra para que la imagen estereo refleje la realidad sonora de las ciénaga. Por supuesto ésta es una representación artificiosa, pues en la realidad si se pueden percibir estos sonidos, sólo que cuando escuchamos con nuestros oídos podemos saber exactamente cuales están adelante y cuales atrás.

Para lograr el resultado obtenido en algunas de estas muestras del paisaje venezolano, procesamos el material de campo utilizando ecualizadores y reductores de ruido.

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Estos paisajes corresponden a una realidad que yo denomino “paisaje sonoro revelado” que es distinto al “paisaje sonoro percibido”, es decir aquel que escuchamos con los oídos en el momento de hacer la grabación, pero que de igual forma está muy lejos del “paisaje sonoro grabado” que se encuentra desvirtuado por las contingencias que explicamos anteriormente.

Paisajes Sonoros de Venezuela

Los textos que acompañan el CD toman como punto de partida, los análisis que el investigador ha realizado de la fenomenología acústica del paisaje. Las grabaciones del ambiente natural fueron realizadas en el marco de numerosos trabajos de campo, donde también se efectuaron recopilaciones de la música ritual de algunas comunidades indígenas y afrovenezolanas. De manera tal que cultura y paisaje se funden en este CD, como una unidad que revela mutuamente sus contenidos y revelandonos una identidad deslumbrante e inagotable.

DESCRIPCIÓN DE LOS FONOGRAMAS DEL CD

1.- Quitiplás y pájaros. 1’42». (Tapipa, Edo. Miranda)

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El río Tuy cruza los fértiles valles donde se asientan Tapipa, un pueblo dedicado a la siembra del cacao y a la elaboración de chocolate. En esta localidad se interpretan cantos e instrumentos de origen africano, que llegaron a estas tierras durante la colonia.

El conjunto de quitiplás se construye a partir de una caña de bambú cortada en luna menguante, pues en esta fase lunar el nivel de las aguas desciende, haciendo que la madera se compacte y pierda humedad, tornándola menos vulnerable al ataque de los insectos y a rajaduras. Cada instrumento se corta tres dedos por debajo del los nudos que separan cada sección de la caña, quedando como resultado un vaso alargado que se golpean contra el piso en su parte cerrada. La parte superior del tubo se tapa y destapa alternativamente, para variar el sonido del instrumento. La palabra quitiplás es una onomatopeya del ritmo tocado por los tubos más pequeños, pues primero golpean sucesivamente el piso diciendo Qui – Ti y después son entrechocados Plás. Con este motivo se establecen una base rítmica que sirve de referencia a los motivos que ejecutan el resto de los tubos. En este ejemplo los quitiplás fueron ejecutados por Belén Palacios, máxima cultora del género en Tapipa y patrimonio cultural de barlovento, la acompañan sus hijas y Heidi que entona el melodioso canto del “bocón” mientras los pájaros las acompañan desde las copas de los árboles.

En este ejemplo los quitiplás fueron ejecutados por Belén Palacios, máxima cultora del género en Tapipa y patrimonio cultural de barlovento, la acompañan sus hijas y Heidi que entona el melodioso canto del “bocón” mientras los pájaros las acompañan desde las copas de los árboles.

2.- Anfibios y truenos frente al Orinoco. 1’24». (Caicara del Orinoco, Edo. Bolívar)

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Este paisaje sonoro, corresponde a las cenagosas orillas del río Orinoco en plena estación lluviosa (octubre). Podemos percibir la presencia de tres especies de anfibios: en primer lugar, innumerables ranitas que ejecutan una especie de silbido agudo “uí”, estableciendo un diálogo incesante, en segundo término, percibimos el canto de unos sapos que entonan una especie de ronquido “rrr”, y finalmente, escuchamos un sapo solitario que ejecuta tonos espaciados “u”. Al fondo, miles de grillos conforman un denso siseo “ssssssss”, que es enriquecido con la entrada de algunas langostas “ñiiiiiiiiiii”, cuyo chirrido continuo acrecienta la densidad de paisaje. De la distancia nos llega el retumbar del trueno, que descargan algunos cúmulos de nubes tormentosas.

Los anfibios venenosos ejecutan sus cantos con menor regularidad, mientras que los que no poseen esta arma defensiva se esconden entre la densidad coral, tejiendo una compleja red de sonidos para confundir a sus enemigos.

Algunas especies son extremadamente difíciles de grabar, pues al detectar la presencia del biólogo emiten un código sonoro de alerta, y todo el grupo guarda silencio, el investigador debe entonces esperar horas para volverlos a grabar. Pero podemos hacer que inicien su canto en forma artificiosa, si reproducimos en una pequeña grabadora el código acústico que les indica que el peligro ha pasado, y así los anfibios retoman la ejecución de sus llamados amorosos.

3.- Sabana durante la estación seca. 0’42» (Caicara del Orinoco, Edo. Bolívar)

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A diferencia del paisaje anterior que se desarrolla en horas nocturnas, en este fonograma encontramos animales que hacen su vida a plena luz del sol.

En primer lugar notamos la presencia de loros y guacamayas que entonan sus graznidos abigarrados, pequeños pajaritos pían, mientras en el suelo escondidos entre la maleza alternan su canto los insectos maraqueros y el viento que mece las gramíneas entre las que se esconden.

4.- Orillas del Orinoco “ranas y murciélagos”. 0’40» (Caicara del Orinoco, Edo. Bolívar)

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En las ciénagas que forma el río Orinoco al inundar sus riveras, convive una enorme variedad de anfibios durante la estación lluviosa. Cada especie, posee cantos particulares y un conjunto de códigos acústicos que responden a tres funciones básicas: a.- Llamados a las hembras en la época de apareamiento, b.- Marcar el territorio a través del sonido, y c.- Alertar el peligro.

En este fonograma podemos detectar que cuando un sapo ejecuta su canto, el resto de los anfibios le responden sumando sus voces en una abigarrada multifonía, que se concentra una área especifica de la ciénaga logrando de esta manera confundir a los depredadores que no saben donde atacar.

Como telón de fondo, escuchamos el incesante coro de los grillos, mientras en las alturas los murciélagos producen sonidos ultrasónicos, de los que sólo podemos escuchar un misterioso chasquido. Los murciélagos que los Eñepa (pueblo que habita esta zona) llaman “Machikirí”, pronuncian precisamente este sonido onomatopéyico, transitando las sombras para escapar a sus propios depredadores. Este animal presente en múltiples cerámicas prehispánicas de Venezuela, es reseñado en los mitos como un hombre-animal ligado al origen de la cultura, ciertamente por su costumbre de habitar en cuevas se le relaciona con la pintura rupestre y sus contenidos mágico-religiosos.

5.- Sobrecarga biológica. 1’30» (Caicara del Orinoco, Edo. Bolívar)

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Algunos paisajes se caracterizan por una saturación sónica de tal magnitud, que dificulta la diferenciación de los ejecutantes en esta orquesta de animales. Pero si nos sumergimos en este espacio acústico, escucharemos varios tipos de pájaros: algunos trinan “siriririri”, otros pían “tu tiiiii”, mientras las ranas producen un burbujeo abigarrado “ua ua uaua…”. Los grillos silban un sonido continuo “siiiiiiiiiiiii”, mientras los insectos sonajeros ejecutan notas que van creciendo “sksksksksksksk”, y sapitos cristal tintinean “tiri ti ti tiri tiri ti tiritiritiri…”. El viento también participa de esta sinfonía, sirviendo de sostén a los murciélagos que vuelan vociferando sus ondas ultrasónicas “chiki chi… ki.. chiki…”. Otros sapos aislados croan en los pantanos “rrui”, y al fondo se escucha los sonidos de el asentamiento humano. Esta compleja actividad acústica, es producto de las lluvias que despiertan a los animales que se han mantenido ocultos durante los meses de sequía.

6.- Flautas Yapurutu frente al río. 2’34». (Río Guainia, Edo. Amazonas)

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El pueblo Guarequena guarda sus flautas sagradas bajo el agua, allí, en la morada de los espíritus, permanecen hasta que se reinicia el ciclo ritual donde dejan escuchar su mágico sonido. La fiesta de Dabukurí es una de esas ocasiones, y coincide con el tiempo de cosecha, recolección y pesca. La fiesta fue instituida en tiempos remotos por Nápiruli “el creador”, y los Guarequenas la celebran como una conmemoración de su paso benefactor por el mundo, pues su poder espiritual es el que propicia la abundancia y sustenta la vida. Las flautas sagradas son construidas por dos ancianos, para ello utilizan cañas de Yagrumo, una caña de 1,60 m (macho) y otra 10 cm más corta (hembra). El interior de las cañas es limpiado cuidadosamente, después un extremo del tubo es obturado herméticamente, mientras en el otro se construye un bisel con hojas de palma y un canal de insuflación de cera de abeja. Las flautas Yapurutu se tocan en pareja macho y hembra, y al no poseer agujeros, sus sonidos son los armónicos naturales que se suceden en forma ascendente según aumenta la presión de la columna de aire. Las melodías que escuchamos en este ejemplo, son melodías que se construyen por la alternancia de las notas de las dos flautas, y metaforizan la incesante dialéctica de los principios masculino y femenino, el sonido mismo de la vida que el creador echó a andar, y que nosotros debemos preservar pese a la inconmensurable complejidad de su misterio.

7.- Sabana nocturna. 1’36» (Río Guaniamo, Edo. Bolívar)

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Viajando cien kilómetros tierra adentro desde Caicara, nos adentramos en un paisaje dominado por pastizales y zonas boscosas aisladas. Durante esta grabación, la luna llena ilumina la sabana y las gigantescas rocas esféricas del precámbrico, sirven de escenografía a miles de insectos de variadísimas especies, que funden sus cantos en un denso acorde, vociferando sus distintas identidades desde diversas coordenadas cardinales del espacio multidimensional. Las grabaciones estereofónicas realizadas de esta miríada de ánimas, es apenas una aproximación a la realidad acústica de este paisaje sobrecogedor. En él, las langostas salen de la tierra tras las lluvias, encendiendo sus espaciadas y brillantes notas “ñiiiiiiiiiiiiii”, estos cantos misteriosos parecen suspender el tiempo, que marcan los incesantes grillos “tri, tri, tri…”, también “iiiiiiiiiiiiiiiii….”, o “rruuuuiuuuuiiiiiuuuui….”. Esta variedad de insectos es perturbada por un depredador solitario “ui, ui, ui…”, es un sapo que languidece en plena estación seca.

8.- Sobrecarga biológica II. 1’27» (Río Guaniamo, Edo. Bolívar)

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Este es otro paisaje que nos comunica la riqueza de una biología barroca. En esta impresión acústica, los animales superponen sus cantos para confundir a los depredadores: ratones, búhos, murciélagos, animales que cazan con sus desarrollados aparatos auditivos. Los cantores de la noche se ocultan unos a otros tratando de escapar a la muerte, escondiéndose entre la sobrecarga sónica de sus múltiples cantos.

Entre ellos destaca una especie de rana que no habíamos escuchado antes “pik, pik, pik….”, mientras otra mucho más común satura con su canto la laguna “Gui, gui, gui…”, y los grillos marcan su territorio “triiiiii” junto a las ranas campana que tintinean “ti, ti, ti, ti”.

9.- Clarinetes tubulares – Cultura Eñepa – “Toque del sapo” (Río Guaniamo, Edo. Bolívar)

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Los Eñepa son un pueblo que habita la sierra cerbatana del Edo. Bolívar. En sus ritos ejecutan dos aerófonos de sonido profundo. Emparejándolos como macho y hembra, interpretan los cantos representativos de animales ancestrales, que en el origen de su cultura poseían características humanas. El toque del Sapo alude a la alegría que manifiestan estos anfibios por la llegada de la estación húmeda. En esta época del año los sapos escondidos en la tierra despiertan de su letargo, y por millares inician sus cantos, tan variados en sus colores tímbricos como especies los generan. Podría decirse que esta música es la manifestación del ánima en estos animales, que los clarinetes redimensionan dentro de la bóveda del pensamiento religioso Eñepa.

El toque se inicia con una llamada del clarinete macho, inmediatamente el clarinete hembra le responde, cuando el espacio temporal se encuentra demarcado tras varias llamadas y respuestas, el clarinete macho inicia la ejecución de un patrón básico que puede variar ad libitum, mientras la hembra mantiene su base fundamental.

10.- Ranas campana y viento. 0’41» (Río Guaniamo, Edo. Bolívar)

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El viento mueve los cañizales, mientras las ranas campana dialogan en el espacio, y los grillos suspenden el tiempo con el siseo continuo que conforma la suma de sus voces.

11.- Clarinetes tubulares – Cultura Eñepa – “Piapoco” 3’16» (Río Guaniamo, Edo. Bolívar)

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Este toque se inicia en forma similar al del sapo, pero en este caso la ejecución contiene un número mayor de variaciones, y la estructura del contrapunto es más compleja. El toque del “piapoco” o tucán, relata la unión de una pareja de tucanes de la misma comunidad ancestral. Los animales con forma humana, se reúnen en el interior de una montaña sagrada a celebrar sus fiestas rituales. Por una grieta de la montaña, escaparon algunos de estos animales mitológicos que dieron origen a los actuales Eñepa.

Estos toque fueros ejecutados durante el Pajpoto, ceremonia fúnebre en la que se debe conminar al espectro del muerto para que abandone la comunidad de los vivos. El fantasma se aferra a sus propiedades materiales, y el chamán debe aspirar los alucinógenos que le permiten enfrentarlo en su dimensión sobrenatural. Y allí indicarle el largo camino que lo conducirá a la montaña sagrada donde viven los ancestros.

12.- Búho e insectos nocturnos. 1’02» (Parque nacional el Ávila, Dist. Capital)

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Este fonograma pertenece a otra región de Venezuela. La montaña que separa al mar Caribe de la capital del país, es un denso bosque de montaña poblado por una innumerable variedad de especies animales, que van cambiando dependiendo de la altitud. Se puede percibir un contraste notable en la textura tímbrica de los ejemplos diez al catorce, si los comparamos a los nueve anteriores que pertenecen a una zona geográfica distinta. En este paisaje, los sonidos son más sutiles, no escuchamos los gorgojeos abigarrados de los anfibios que cantan en las ciénagas ribereñas del Orinoco. En este paisaje sonoro de montaña, abundan insectos con canto muy distintos, escuchamos un “di, di, di, di, di, di…” incesante. Los grillos producen sus sonidos raspando sus alas “ru, ru, ru…” y la velocidad de esta fricción, determina la altura de los sonidos, en este ejemplo otro grillo suena “ri, ri, ri…” y al sumarse con el anterior conforman un diálogo; “ru, ri, ru, ri, ru, ri, ru, ri…”. Otros insectos entonan en la espesura “rrrr, rrrr, rrrr…”, y los acompaña un lejano “tíri, tíri, tíri…”. Sería interminable describir todos los motivos que se ejecutan en este fonograma, pues algunas especies ejecutan sus cantos en forma espaciada para escapar a los depredadores. Sobre esta alfombra de sonidos finamente tejida, destaca el reclamo nocturno de un búho, que desde la arboleda ausculta el suelo del bosque para detectar a pequeños roedores, quienes cautelosamente se arrastran entre la hojarasca.

13.- Guacharacas e insectos diúrnos. 0’47» (Parque nacional el Ávila, Dist. Capital)

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Los insectos se refugian en las sombras interpretando sus pulsos incesantes, los pájaros entonan las melodías propias de su especie.

Escuchamos en primer plano el canto de una guacharaca “uuuuia”, en torno a ella trinan y pían un sin número otros de pájaros, “chiss”, “ki ki”, “tui tui tui tui tui tui”, “ssssiiiiii”, “turrrrrriii”, etc. El canto de las aves posee una extraordinaria variedad, pues a su diversidad taxonómica se suma el color local, pues los pájaros al igual que los humanos heredan de sus padres el acento propio de la zona en que habitan, es decir, un cucarachero caraqueño canta distinto que uno nacido en Maracaibo.

14.- Ranas aisladas e insectos nocturnos. 1’16» (Parque nacional el Ávila, Dist. Capital)

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Los biólogos dedicados al reconocimiento de las especies, han descubierto que la mejor forma de llevar a cabo su trabajo es iniciarse en el estudio de sus cantos característicos. De esta forma aunque los animales se encuentren ocultos en la espesura, el científico puede reconocer su presencia, y hacer el registro de su distribución geográfica lo que facilita notablemente su estudio.

En este fonograma encontramos una especie de rana que ejecuta un canto muy distinto al que fue grabado en otras regiones. En este caso el motivo que desarrollan los batracios posee mayor complejidad, pues se constituye como un diálogo imitativo, que viaja de un lugar a otro del espacio en forma similar a un juego de preguntas y respuestas.

15.- Flauta Aiúbu y truenos. 1’56». (Parque nacional el Ávila, Dist. Capital)

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Aunque esta música es interpretada por los indígenas Yukpa en la sierra de Perijá, el ejemplo fue grabado en una tormentosa tarde de mayo del año 1998 en el parque nacional el Ávila. En esa ocasión, nos encontrábamos buscando las especies botánicas que se utilizan en la elaboración de la cestería de ese pueblo, pues en aquella fecha el cacique Clemente Bohórquez de Toromo dictaba en Caracas un taller sobre esas técnicas de tejido artesanal. Al guarecernos de la lluvia en aquel día de tormenta, le pregunte que eran esos huesos que colgaban de la banda que acreditaba su rango, el me respondió: son flautas elaboradas con huesos humanos, y yo soy el encargado de tocarlas cuando alguien muere. Entonces le pedí que me tocara algo y el ejecutó el toque que describe el momento en el que después de que el cadáver es colocado en la cueva calavera “Nonatmue”, los participantes del rito vuelven al poblado para la fiesta de la chicha brava.

La flauta Aiúbu es elaborada con el fémur de un tuano, es decir, un chamán que brillaba con la luminosidad de aquellos hombres que poseen un considerable patrimonio de carácter mágico. Estas cualidades son heredadas por el instrumento, que a través de su sonido es capaz de avisar a los antepasados el deceso de su pariente, y convoca al gran tuano para que lo guíe por el camino secreto entre montañas que conduce al paraíso sobrenatural de los Yukpa.

16.- Chicharras. 2’16» (Parque nacional o Ávila, Dist. Capital)

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Algunas especies de chicharras cantan al final del verano reventando sus cuerpos al son de su estridente voz “iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii”, la especie que canta en este ejemplo pertenece a la corta estación seca de agosto, que se intercala entre los meses más lluviosos (mayo y octubre). En ese punto del calendario esta especie interpreta una especie de ronquido agudo, con sonidos entrecortado “rrre….rrre….rrre” y sonidos largos “rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrre” que entre los árboles tejen sus cantos formando un canon de preguntas y respuestas en el espacio.

Estos cantos de los machos atraen a las hembras, que al ser fecundadas ponen sus huevos en las ramas de los árboles, al nacer las larvas caen a la tierra, y de inmediato comienzan a cavar una galería hasta una raíz, de la que extraen la savia que le sirve de alimento. Allí pueden pasar hasta 17 años, y un día, sale de la tierra rompiendo su envoltura y abre sus alas para reinicial su ciclo vital.

17.- Coro de insectos de la tarde a la noche. 1’11» (Parque nacional el Ávila, Dist. Capital)

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En este paisaje las voces de los insectos se alternan en el espacio de la noche temprana. Múltiples especies repican mientras las aves se preparan para descansar entonando sus últimos sonidos.

18.- Insectos y gaita de tambora. 2’26» (Sur del lago de Maracaibo, Edo. Zulia)

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Esta región de Venezuela se destaca por una enorme diversidad biológica y cultural. Los pueblos que habitan la orilla sur del lago de Maracaibo, se asientan en las tierras más fértiles y húmedas del país, pues además de encontrase a orillas de un lago, en ellas desembocan los ríos que descienden del la cordillera de los andes y son regadas por lluvias persistentes durante casi todo el año.

En Santa Maria durante toda la noche del 26 para el 27 de diciembre, sale por las calles del pueblo la gaita de tambora entonando estribillos que tocan innumerables temas; en este caso el coro reclama “yo no me explico porque razón a donde piso hay camarón”. En esta gaita se denuncian las consecuencias ambientales que trajo la construcción de una camaronera a las afueras del pueblo, y la gaita sirve como vía de protesta. La gaita en su transito por el pueblo, es acompañada por innumerables insectos que con su maraqueos alternados, envuelve el canto y la ejecución de los tambores.

19.- Pájaros y chimbánguele. 2’26» (Sur del lago de Maracaibo, Edo. Zulia)

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En San José de Heras los pájaros dibujan sus cantos en el paisaje, y parecen conversar en el espacio entonado “curiqui chi chi chi chi chio” mientras otro pájaro solitario entona “chicucuiu cuchicucuiu cuchicucuiu cuchicucuiu”. Entre tanto, los vasallos de San Benito de Palermo, inician su fiesta ejecutando el golpe cantica con los tambores chimbángueles. Con este conjunto de 7 membranófonos, se ejecutan complejas estructuras rítmicas que acompañan cada una de las fase del rito que rinde culto al santo negro.

La batería de tambores se compone de siete instrumentos. En el registro agudo se encuentran tres tambores hembra denominados (primera requinta, segunda requinta y requinta media) todas son percutidas con un fuete delgado y flexible denominado camirí, el cual flagela la membrana produciendo un timbre metálico y estridente. En el registro medio y bajo se encuentran cuatro tambores macho (medio-golpe o tamborito, respondón, cantante y el mayor o arriero), tocados con gruesas baquetas de madera llamadas capopos, lo que produce en ellos un tono profundo. Se observa que los tambores hembras tejen sus polirrítmias con notas cortas y muy juntas que se entrelazan, mientras los tambores machos dialogan sus lenguajes, con ritmos métricamente más espaciados. Los tambores machos no conversan con las hembras, pero si tocan perfectamente sincronizados tomando como referencia una clave, que sirve de base para establecer una estructura sonora compleja. Que propicia el orden social por el influjo de sus contenidos estéticos, los cuales fueron establecidos hace siglos por un creador ancestral perdido en la noche de los tiempos, pero cuya voz aún podemos escuchar en la música interpretada en esta región de Venezuela.

20.- Varias especies de batracios al inicio de las lluvias. 0’54» (San José de Guaribe, Edo. Guarico)

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Al inicio de las lluvias miles de ranas y sapos sales de la tierra para aparearse, sus huevos se desarrollaran en las lagunas temporales que invaden la llanura, y los renacuajos lucharan por el alimento que les permitirá transformarse en adultos antes de que la sequía convierta su hábitat en el seco erial, donde se enterraran hasta la llegada de la siguiente estación lluviosa.

En este paisaje, la densidad acústica asume la forma de una abigarrada textura, donde las diversas especies compiten por el espacio. Se reconoce claramente que una especie pronuncia “pi” pero su distribución y número producen otro efecto “pi piri pripi pi pripripi pipiri”, otra gorgogea “gugugguigu guiguigu gigiguguigugui”, y en el fondo otra como móviles de cristal “tritititriti titritritrititi”.

21.- Grillos y murciélagos. 1’37» (San José de Guaribe, Edo. Guarico)

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Los murciélagos revolotean en la oscuridad guiados por el eco de las señales ultrasónicas que emiten. Aunque no podemos escuchar estos sonidos pues superan el rango de nuestra audición, si alcanzamos detectar su presencia al percibir los chasquidos y pitidos que produce el movimiento de sus órganos fónicos.

Es complicado grabar a ciertas especies de murciélagos, sobre todo los que se alimenta de sangre. Los que colectan néctar se graban bajo árboles recién florecidos, al igual que los que se alimentan de frutas. En el presente caso, los murciélagos pertenecen a una especie insectívora, y fueros grabados bajo los postes de iluminación donde se arremolinan mariposas y otros insectos de los que se alimentan.

22.- Sapo violinero solitario entre ranas e insectos. 0’42» (San José de Guaribe, Edo. Guarico)

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Avanza la noche, los insectos y anfibios entonan su sinfonía y el solista es un curioso sapo solitario que suena como una arcada de violín. Esta grabación fue realizada desde el interior de un potrero, es por ello que los sonidos dan la sensación de reverberar dentro de una iglesia. La mayor parte de los registros bioacústicos que contiene este CD, fueron realizados en los alrededores de los asentamientos humanos, es por ello que reflejan sonidos de especies resistentes a la contaminación química y sonora. En subsiguientes investigaciones, las grabaciones realizadas en estas regiones deberían ser realizadas lo más lejos posible de los asentamientos, para contraponer los resultados y determinar el impacto del hombre en la biología de Venezuela. Los asentamientos humanos limitan el desarrollo de algunas especies, esto trae como consecuencia el crecimiento explosivo de otras especies, que se multiplican descontroladamente al no tener que enfrentarse a sus enemigos naturales. Esta es la explicación que podemos encontrar para la extrema sobrepoblación de anfibios que refleja esta grabación.

23.- Insectos. 0’46» (San José de Guaribe, Edo. Guarico)

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Esta grabación es muy similar a la anterior aunque en ella no aparece el sapo violinero, en ella podemos percibir en primer término unos chasquidos raspados que se responden en el espacio “chi chi shii” sobre puestos al los incesantes pulsos de los grillos “rriiii rriiii rriiii” o “rui rui rui rui” y las langostas “ñeeeeeeeee ñeeeeeeee” o “niiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii”, por debajo casi imperceptible notamos a un insecto solitario “rrruiiiii”. Los anfibios entonan “ui ui uiuiui uiui ui uiuiuiuiui”, otra especie con motivos aislados “rrrrr”.

Más allá de lo expresado en el ejemplo 22, los pueblos pequeños contienen aún una diversidad asombrosa si los comparamos con las ciudades grandes, donde los animales que se multiplican descontroladamente son aquellos que están relacionados con los detritos humanos, cucarachas, moscas, zamuros, ratas y otros necrófagos son las especies que como el hombre aumentan su población en forma antinatural, pues en la naturaleza ninguna especie crece así, pus su poblaciones crecen y decrecen manteniendo una estabilidad demográfica que les permite sobrevivir pues el desequilibrio natural trae a la larga la muerte como consecuencia lógica al agotamiento de los recursos.

24.- Sapitos claros. 1’41» (San José de Guaribe, Edo. Guarico)

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Cada especie tiene un color tímbrico característico que le permite diferenciarse del resto, en este caso el animal emite un “ui”, pero lo que define el mensaje emitido es la regularidad y carácter rítmico que contiene el motivo. De esta forma, la especie no corre el riesgo de ser confundida perdiendo su esfuerzo reproductivo con una especie distinta. Sin embargo, esto puede ser peligroso en algunos casos, pues algunos depredadores aprenden el sonido de los animales de los que se alimentan y emiten el mismo código para atraerlo y así devorarlo.

25.- La calenda de san José. 4’10» (San José de la Sabana, Edo. Vargas)

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En los pueblos de Venezuela las fiestas de los santos patronos, son cuidadosamente organizadas a fin de honrar a los protectores espirituales de la comunidad. En la Sabana, la sociedad de San José es la encarga de reunir los fondos para la fiesta del santo, fondos que son principalmente utilizados para contratar la banda que acompañará solemnemente la procesión del santo tocando música sacra, pero una vez que San José ha entrado en la iglesia, la banda estalla en una desbordante trama de melodías y ritmos. El conjunto musical que escucharemos en este ejemplo se encuentra compuesto por: 3 trompetas, 2 saxofones, 2 trombones, y la sección rítmica: bajo eléctrico, tumbadora, timbal de salsa y bombo.

Este ejemplo nos ofrece una música de gran vitalidad, de la cual hemos querido entregar una transcripción (sólo instrumentos de viento). Los instrumentos de viento van entrando sucesivamente para crear un tejido melódico rítmico, en donde se establecen una especie de diálogo cíclico, mientras los instrumentos de percusión aportan mayor fuerza a la estructura, manteniendo una base continua y anticipando los puntos de mayor intensidad a través de variaciones y llamadas acentuadas. La sucesión numérica que aparece en la trascripción indica el orden de entrada; (1), (2), (3), etc.

26.- Fulía de la noche a la mañana. 5’30» (San José de la Sabana, Edo. Vargas)

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El canto de fulía se entona primordialmente en honor a la cruz de mayo, pero también se puede interpretar para rendir culto a la virgen, al santo patrono de la comunidad o para pagar una promesa. Entre fulía y fulía, se recitan décimas que permiten a los músicos descansar, los temas de estas poesías son muy variados, algunas; a lo sagrado, a la muerte, al amor, a los animales, a la naturaleza, etc.

Cuando Jesús recibió, de Juán el santo bautismo. Por mandato de dios mismo, en un desierto él oró, Cuarenta días pasó, aquel maestro divino. Cumpliendo su gran destino, con calma y serenidad. Y en aquella soledad, se le apareció el indigno.

Se le apareció el indigno, pero Jesús no se aterra. Se le estremece la tierra, y estalla un trueno en el abismo. Alza su rostro allí mismo, y ve con gran desolación. Como con suma atención, Lucifer lo contemplaba. Y de su rostro brotaba, un siniestro resplandor.

Un siniestro resplandor, brotaba de sus ojos tan bellos. Bate sus largos cabellos, un viento arrebatador. Se estremece el salvador, viendo al hombre misterioso. Que con ademán odioso, le dice así al redentor. Yo soy el dios del averno, maldito el creador.

Maldito el creador, el sol brillaba en su frente. Era un ángel refulgente, de acento arrebatador. En el cielo era el mejor, y un día se reveló. Y de mi padre encontró, la terrible maldición. De esta sagrada lección, santa cruz, soy tu cantor.

El velorio donde se interpretan los cantos de fulía se inicia ya entrada la noche, y termina al amanecer, aunque en algunas ocasiones se extiende por la mañana hasta que el cuerpo aguanta. En este ejemplo, hemos querido realizar un montaje donde aparezcan los sonidos de los animales que cantan en el ambiente nocturno de este pueblo, para después presentar la fulía denominada “Carmela”, la cual una vez concluida deja escuchar el canto de los pájaros mañaneros. El ejemplo es como una metáfora que comprime el tiempo, en el que el rito atraviesa la noche para llegar al día.

27.- Selva húmeda “noche”. 1’00» (Parque nacional Guatopo, Edo. Miranda)

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En este caso la densidad del paisaje satura la grabación, permitiendo escuchar solamente a las criaturas que se encontraban más cerca del micrófono. Esta toma fue realizada en mayo de 1997, donde se realizó un viaje por la región central del país. La exuberancia biológica del parque Guatopo con su sobrecarga tímbrica dificulta la diferenciación de los ejecutantes en esta orquesta de animales, supongo que en lo alto volaban los murciélagos sonando sus gritos ultrasónicos de los que solo se puede percibir un misterioso chasquido, las aves nocturnas lanzaban al aire sus lamentos, rodeadas de insectos que cantan sus incesantes temas en las copas de los árboles para librarse de los depredadores, el río siseaba su paso por la garganta del parque poblado de sapos que croaban sus multitímbrias aleatorias, mientras millares de insectos: langostas, escarabajos, grillos, saltamontes, mariposas. etc. elevaban un acorde monumental.

28.- Selva húmeda “día”. 1’08» (Parque nacional Guatopo, Edo. Miranda)

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Durante el día la densidad sonora desciende, y los pájaros despiertan tejiendo sus cantos entre la tupida bóveda boscosa. Muchas aves defienden su jerarquía frente al resto de su especie, utilizando su memoria melódica, es decir el ave que canta mejor es la que se reproduce, esta vía evolutiva es la que ha permitido que las aves desarrollar el enorme repertorio de cantos que posee su reino.

29.- Tambor redondo con sonidos de la noche. 2’07» (Tacarigua de Mamporal, Edo. Miranda)

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Los bosques barloventeños del estado Miranda, sirven de tierra fértil para la siembra del cacao. Sus habitantes ejecutan varios géneros musicales de influencia africana, entre ellos; el mina, el quitiplás, la fulía, etc.

En este ejemplo, podemos percibir el canto de una especie de anfibio característico de la zona, que croa entre los incesantes grillos. Se suma a ellos tres tambores redondos o culo´e puya, en estos tambores se ejecuta una estructura rítmica que entreteje sus sonidos para producir un efecto sonoro de movimiento, pues los repiques de uno y otro tambor se responden en el espacio estableciendo una red de diálogos que acrecienta la energía del golpe instrumental.

30.- Selva húmeda barloventeña. 0’57» (Tacarigua de Mamporal, Edo. Miranda)

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En este paisaje, los cantos incesantes de los insectos se ocultan en la vorágine vegetal que propicia la garganta del río. De entre las piedras redondas desgastadas por el agua, se elevan innumerables cañas de bambú que se entrecruzan semejando las nervaduras de una catedral gótica. Notamos la presencia de algunos sonidos insistentes como “rriiii rriiii rriiii…” o el continuo “sksksksksksksksksksk” y “shuiiiiiiiiiiii”, otro pulsantes “tiri ti ri tri riti ri ti tri…” y uno muy espaciado “chi chi chi”. Por su parte el río fluye constantemente entre las cuevas resonantes que forman las rocas.

31.- Tambores de Chuspa. 3’09» (Chuspa, Edo. Vargas)

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En la costa central de Venezuela gran parte de las comunidades ejecutan el 24 de junio golpes de tambor en honor a San Juán bautista. En Chuspa, se ejecutan varios tambores unimembranófonos fabricados con troncos de aguacate (Persea americana), en los que se montan cueros de venado o res que son fijados al tronco mediante clavos. El número de instrumentos ejecutados en esta localidad varían según la ocasión, pero en principio se utilizan dos curbatas de aproximadamente 1 m, que son percutidas con baquetas y se colocan en forma vertical, de manera que el cuero queda mirando hacia arriba. Además de las curbatas, en el suelo se colocan horizontalmente dos cumacos de aproximadamente 2,5 m, sobre los que se sienta el tamborero para percutirlo con las manos, mientras otros tres músicos se sientan en su parte posterior percutiendo el tronco con gruesos palos de guayaba.

El cuero de estos tambores se fija al tronco utilizando clavos, este sistema no permite que el instrumento sea afinado mediante las cuñas o amarres de cuerdas que utilizan otros tambores de Venezuela. En Chuspa los cultores afinan sus instrumentos encendiendo una fogata, que se utiliza para calentar los cueros, y de esta manera hacer que la humedad absorbida del ambiente se evapore, aumentando su tensión, su potencia acústica y brillantez tímbrica. Junto a los tambores, se ejecutan varias guaruras o botutos, que son construidos a partir de la concha vacía de un caracol marino “Strombus Gigas”. Este caracol es perforado en la punta exterior donde converge su helicoide, para formar una boquilla natural, que es soplada haciendo vibrar los labios tal como se hace con una trompeta. Con estos instrumentos de viento se establecen contrapuntos rítmico-tonales que cohesionan la estructura musical, permitiendo que los cantantes descansen del enorme esfuerzo que representa hacer escuchar sus versos por encima del atronador discurso de la percusión.

32.- Canto del hombre que llega. 0’42» (Guarero, Edo. Zulia)

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El pueblo Wayú habita principalmente en la península Guajira al noroeste del lago de Maracaibo, pero también se les puede encontrar diseminados por todo el estado Zulia. Las casas que habitan son denominadas miichi, tienen forma rectangular y los techos están cubiertos con yotojolo, que son tablillas sacadas de la parte central de los cactus que abundan en su hábitat. El patio donde cocinan se denomina kosinapia, y esta rodeado con una empalizada hecha con cactus vivos trasplantados, en cuyas puntas cuelgan calaveras secas de animales para alejar a los Yolujas, o espectros sobrenaturales de los muertos. El desértico paisaje que los rodea se presta para desbordar sus creencias, haciéndolos sumamente desconfiados con los visitantes. El canto que se interpreta en este ejemplo, cuenta la historia de un hombre que después de un largo viaje llega a una casa y entona esta melodía para convencer a sus habitante que el no trae malas intenciones, y de que su amistad sincera no atraerá desgracias a la vivienda.

33.- Pájaros del medio día y el Wanülü “espíritu pájaro cazador”. 1’17» (Guarero, Edo. Zulia).

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El wanülü es un espíritu que tiene la capacidad de transformarse en animal, en este ejemplo junto a los pájaros del monte se escucha el canto del wanülü interpretado por el sr. Ojeda, que con sus dedos imita el canto del pájaro wanülü que se acerca a los humanos para poder matarlos con sus flechas. La oscuridad es su reino, y quien por imprudencia se encuentra con el en la noche no vuelve a ser visto jamás.

La muerte es asumida con una cantidad de ritos, y según su creencia los humanos mueren tres veces; Primero cuando el espíritu se desprende de la carne, la segunda muerte sucede en el corazón de nuestros parientes cuando cesa el sentimiento, y la tercera la más fría y definitiva, es cuando desaparecemos de su memoria. La vía Láctea en el cielo estrellado, es el camino que transitan las almas de los Wayú muertos para llegar a Jepira, el país donde habitan los ancestros.

34.- Clarinete Sawawa “canción da viejita”. 0’30» (Guarero, Edo. Zulia)

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Este instrumento es un pequeño clarinete construido a partir de una delgada caña que abunda en las zonas montañas. En esta caña se talla una lengüeta que al soplarla comienza a vibrar produciendo un tono que es variado abriendo y tapando con los dedos cuatro perforaciones talladas en el instrumento. Este clarinete con sus melodías, expresa simbólicamente situaciones míticas que no deben ser tomadas en forma literal, pues esconden significados que van más allá de lo anecdótico. En este ejemplo la sawawa relata la historia de una viejita que pedía comida, pero nadie le daba pues no tenían, entonces la viejita empezó a llorar desconsoladamente y entonces la situación cambio misteriosamente y todos comenzaron a dale alimentos que ella devoraba con gran alegría. Tras este mito aparentemente sencillo se esconde una explicación de los ciclos atmosféricos. Pues la parte del mito en la que no hay alimentos corresponde al tiempo de sequía, las lágrimas son una metáfora de la lluvia vivificante de la estación húmeda tropical, que fecunda la tierra y provee a los humanos del alimento que necesitan para subsistir.

35.- Insectos nocturnos en las montañas “estación lluviosa”. 1’05» (Novito, Sierra de Perijá, Edo. Zulia)

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El río Atapshi corre a través de una profunda garganta, donde crece una densa vegetación cuyas variadas especies botánicas son un aspecto del conocimiento ancestral del pueblo Yukpa. Sus sacerdotes denominados Tuanos, hablaban con las plantas para reconocer en la resonancia de su ser vegetal propiedades mágicas y farmacológicas. Este paisaje de extraordinaria vitalidad dibuja en su transparencia acústica varias capas de insectos que se identifican con gran claridad. Escuchamos una enorme variedad de sonidos; cortos “i ii i iii i i ii i…” “tik tik tik…” unos espaciados “rrriii rrriii rrriii rrriii rrriii…”, otros “iijj iijj iijj iijj…” y “aii aii aii aii…”. También cantos sostenidos “uiiiiiiiiiiiiiiiii” y “shsssssssssssss”. Un análisis más profundo nos permite percibir otras muchas especies, que tejen esta extremadamente viva textura sonora.

36.- Flauta Jutka “Canción del cuerpo espín”. 1’12» (Toromo, Sierra de Perijá, Edo. Zulia)

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Los Yukpas se asientan en la Sierra de Perijá una cordillera montañosa al oeste del lago de Maracaibo en el Edo. Zulia. Algunos de sus poblados como Allapaina, Novito y Toromo pueden ser visitados desde Machiques en dirección al parque nacional sierra de Perijá. Dichos asentamiento bordean las vertientes del río Atapshi, nombre del primer Yukpa transformado en río por el creador en tiempos míticos, hoy aparece en los mapas como Río Negro. El paisaje de esta región de Venezuela es perturbador en la inmensidad suspendida de sus dominios. En sus montañas abundan formaciones de piedra y cuevas habitadas por murciélagos, muchas de las cuales son los cementerios de los antiguos Yukpa.

La música Yukpa esta profundamente relacionada con el entorno natural que habitan. Los toques de la flauta Jutka, un aerófono construidos a partir de una caña y cera de abeja reflejan el canto distintivo de varios animales mitológicos. Este carácter sagrado les otorga cualidades mágicas relacionadas con la vida y el mundo sobrenatural. Por ejemplo los toques ejecutados en los campos fertilizan las cosechas.

37.- Pájaros de la mañana. 1’29» (Toromo, Sierra de Perijá, Edo. Zulia)

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Los ríos que tejen la cuenca occidental del lago de Maracaibo, descienden abundantes desde la sierra de Perijá. Esta cadena montañosa cubierta por bosques intrincados sirven de cobijo a un sin numero de especies de pájaros muchos de los cuales forman parte de la mitología Yukpa. En sus tierras observamos impresionantes formaciones de piedra, y muchos de sus poblados de encuentran suspendidos en los bordes mismos del abismo montañoso. Desde Allapaina pueden divisarse cascadas que descienden de los picachos afilados y en la distancia el lago de Maracaibo, que se formo cuando Atapshi perforó la laguna primordial formada en los tiempos del diluvio, liberando las aguas que se depositaron en el lago. En este paisaje las aves de la mañana entonan sus variados cantos, tejiendo sus colores y texturas tal como una fotografía visual.

38.- Flauta Jutka “Canción del zamuro cabeza pelada”. 1’25» (Toromo, Sierra de Perijá, Edo. Zulia)

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Aunque el músico que ejecutó estas melodías misteriosas ya no esta entre nosotros, su ejecución trasciende la muerte como una presencia real de su espíritu. El toque del zamuro cabeza pelada no reproduce los estridentes graznidos del animal, la melodía ilustra sus cualidades sobrenaturales, su misterio y su mitología. Un zigzagueante motivo pentatónico, desemboca en largas notas suspendidas que sugieren el vuelo fluido y majestuoso de esta ave, en otro tiempo un brujo líder de una comunidad de necrófagos con apariencia humana.

Para la mitología Yukpa los animales en tiempos ancestrales eran seres duales, y es creencia entre los Yukpa que durante los eclipses de sol, los humanos se transforman en una amplia gama zoológica. Según la inclinación de su personalidad, algunos se transforman en insectos, otros en aves o pequeños mamíferos. Los Tuanos o “brujos” se transforman en jaguares. A diferencia del resto de los mortales sospechan la inminencia del suceso astronómico, y al pintarse el rostro con las cenizas que guardan en una tapara mágica, estos brujos se transforman y viajan por la selva montañosa devorando a sus presas, y obrando prodigios con el poder que les confiere el suceso celeste.

Las constelaciones que cubren la bóveda estrellada son los personajes ancestrales del mito cosmogónico, todos ellos animales con cualidades humanas o viceversa. Es en esa atemporalidad del origen donde estos seres duales se manifiestan con mayor claridad.

39.- Grillos de la estación seca. 1’35» (Novito, Sierra de Perijá, Edo. Zulia)

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Los paisajes de la sierra parecen en ciertos lugares como tocados por el misterio, la disposición de las piedras en el paisaje, árboles gigantescos, acantilados perforados por la acción devoradora de los espíritus del agua, y de pronto ciertas palmeras y especies vegetales que nos hacen recordar hipotéticos paisajes muy antiguos, como perdidos en el tiempo y preservados por un especie de capricho de la naturaleza.

La flora y la fauna son a veces deslumbrantes, recuerdo que cuando llegue al bosque de galería donde se asentaba la casa de Clemente (el Yukpa que me guió en la sierra), observé que en medio de la densa coloración verde de la espesura existían ciertas flores que en su crecimiento iban representando una gama de colores fluorescentes que se decoloraban, desde el rojo hasta el amarillo intenso pasando por el anaranjado. Esto sobre el verde intenso de la selva, producía un efecto impresionante que capto mi atención en las maravillas cromáticas de la naturaleza, donde todo tiene una respuesta. Seguramente esos colores cumplen la función de atraer a los insectos polinizadores.

40.- Flauta Atunja “Canción del escarabajo pelotero”. 1’01» (Toromo, Sierra de Perijá, Edo. Zulia)

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La flauta Atunja se toca para celebrar de la cosecha del maíz, antiguamente dos hombres tocaban flautas emparejadas mientras dos mujeres marchaban tras ellos cantando y llenando con bollos de maíz unas cestas que cargaban en sus espaldas. El resto de la comunidad danza en forma circular tras las parejas que dirigía la ceremonia. Este rito esta relacionada con el mito del origen del maíz, donde los gemelos Virianci son sometidos a múltiples pruebas de carácter mágico, una vez que logran superas todos los peligros obtienen como premio las semillas de maíz, que constituyen la alimentación fundamental de este pueblo. Las características organológicas del instrumento incluyen; un trozo de pluma de zamuro, cuya función es dirigir el aire insuflado al bisel, esta caña es sostenida con una masa de cera de abeja endurecida con cenizas “Mapicha”, que a su vez esta montada en un tubo de bambú de 51 cm, donde se perforan 4 agujeros que permiten variar los tonos del instrumento.

41.- Noche de Kopecho con truenos. 1’27» (Novito, Sierra de Perijá, Edo. Zulia)

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El paisaje de esta región es imponente, poblado de tormentas eléctricas y relámpagos majestuosos que resuenan en las gargantas de la sierra a plena luz del día. En lo profundo de las montañas existen formaciones de piedra que los antiguos Yukpas utilizaban como observatorio astronómico. El cielo era su calendario y las constelaciones personajes de un mito en el que los animales poseían poderes mágicos. La flora y la fauna es de una riqueza sobrecogedora, árboles gigantescos que en tiempos inmemoriales fueron golpeados por rayos y aún sobresalen entre la vorágine vegetal, donde la reverberancia de miles de especies animales, conforman una orquesta única de exuberante complejidad. Cuentan los Yukpas que en el origen del mundo no existía la noche, pues en el cielo se hallaban dos soles jaguares, y cuando uno sol se ocultaba por el oeste el otro ascendía en el este. Nadie había visto nunca las estrellas, y el calor achicharraba a todos los habitantes de la tierra, la más afectada era Kopecho (la hechicera) que vivía en un pantano rodeada de innumerables, peces, sapos, ranas y otros animales. Su esposo Jacucha lo único que hacía era descansar en una hamaca, mientras Kopecho se achicharraba de calor. La hechicera decidió acabar con los dos soles, y así lograr la oscuridad anhelada.

Para este fin, se le ocurrió invitar a los jaguares sol a una fiesta, donde planea emborracharlos y en ese momento derrotarlos. Kopecho ordenó a Jacucha que fuera de inmediato a buscar a los soles, pero el marido le replicó que estaba muy cansado. Kopecho entonces ordenó al ratón que de inmediato llevara la invitación a los jaguares sol, el ratón aceptó, y mientras iba subiendo por la montaña, tocaba una trompeta hecha con hojas de plátano, turuuuuuuu, turuuuuuuuu. Al llegar al cielo donde se encontraba la comunidad de los jaguares observó que bailaban en una fiesta, y entonces olvidando el recado de Kopecho se quedó en la fiesta como invitado. La hechicera enfurecida ordenó entonces al rabipelado, y sucedió que este también se puso a bailar en el cielo. Como ultimo recurso Kopecho mandó al mapurite, este con su apestoso olor logró que los jaguares abandonaran el cielo, para asistir a la fiesta que la hechicera había preparado. Al llegar los jaguares comenzaron a beber Tuka (bebida alcohólica hecha de maíz fermentado) y cuando se encontraban más eufóricos bailando alrededor del pantano Kopecho los empujó al agua, uno de ello cayó en el lodazal, mientras el otro maniobrando con agilidad logró escapar empujando a Kopecho al pantano, donde la hechicera quedó para siempre convertirla en una rana. El otro jaguar sol no tuvo la misma suerte que su hermano y cayó en las aguas cenagosas apagándose. La oscuridad entonces ocupó su posición en una de las mitades del cielo, y el jaguar mojado subió a la cima de una montaña convirtiéndose en la luna junto a sus hijas las estrellas. Mientras el jaguar triunfante permanece en el cielo como el sol que nos alumbra durante el día.

Carlos Suárez. 2005.

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