LaMalla.net entrevista a Chiu Longina sobre el «Mosquito»
http://www.lamalla.net/joves/actualitat/article?id=195919
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INFORMACIÓN SOBRE EL «MOSQUITO DEVICE»
http://www.elpais.com/articulo/20051221elpepunet_1/Tes/elpportec/
Un pitido que hace que los jóvenes se esfumen.
Un ruido “pequeño y molesto” que sólo oyen los menores de 20 años
SARAH LYALL / THE NEW YORK TIMES – Barry – 21/12/2005
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CHIU LONGINA ENTREVISTADO POR MERITXELL MARTÍNEZ I PAUNÉ
-¿Es realmente sólo audible por los menores de 30 años? ¿Podrían crearse, a la inversa, ultrasonidos sólo audibles por mayores de 30?
Algunas personas mayores de 30 años también lo escuchan, depende de la calidad con la que estamos construídos los seres humanos, y me explico. La presbiacusia, (un término médico muy poco conocido), es la pérdida de la audición gradual en la mayoría de las personas según van envejeciendo, un trastorno común asociado al paso del tiempo (como la aparición de arrugas en la piel). Esta pérdida es generalmente mayor para los sonidos de tono alto, para los agudos, así que a medida que avanzamos hacia la vejez dejaremos de escuchar las frecuencias más altas reduciendo el espectro de escucha en, aproximadamente, un 40%. La causa más común de este problema, inherente a la naturaleza humana, tiene que ver con los cambios que se producen en el oído interno (las células envejecen y reducen su eficiencia para procesar sonidos extremos). Quizás sea necesario aclarar que el ser humano es capaz, por lo general, de escuchar un rango de frecuencia que va de los 20 a los 20.000 herzios, pero después de los 25 años de edad este rango superior se ve reducido bajando a los 16.000Hz -aprox.- así que si leemos la ficha técnica del dispositivo “Mosquito” nos daremos cuenta de que emite un pitido discontinuo de 17.500Hz a una presión acústica importante, y este es el motivo por el que la mayoría de los mayores de 30 años no lo escuchan y los menores si lo hacen, pero insisto, es una cuestión relativa a la salud y calidad de consrucción de los seres humanos.
Respecto a la segunda pregunta, es evidente, después de lo que hemos visto, que no pueden crearse ultrasonidos dirigidos exclusivamente a los adultos. Se trata de una cuestión fisiológica asociada a la edad cronológica. Lo que si puede hacerse (y de hecho se hace) es enviar mensajes de audio dirigidos a estos adultos como, por ejemplo, un anuncio publicitario en la radio, un consejo de compra en un supermercado o un aviso en un aeropuerto apelando a nuestra responsabilidad como padres. Parecen evidencias pero es importante que lo hagamos consciente para darnos cuenta de que a través de emisiones de audio se puede condicionar nuestro comportamiento (de esta tema hablamos cuando abordemos el tema de las tecnologías de control social con sonido, más abajo).
-¿Es dañino para el organismo? ¿Tiene consecuencias psicológicas? ¿Reversibles?
No se conocen los efectos sobre la salud de los que lo escuchan, sobre todo porque no existen dispositivos validados por el método científico (medicina legal) que permitan medir este tipo de efectos secundarios. Me refiero a lo que muchos adolescentes han descrito después de ser bombardeados con este tipo de frecuencias, esto es: dolor de cabeza, malestar general, desasosiego, tristeza, desarme del ego u opresión en el pecho. En la medicina alopática (la occidental, para entendernos), no existen medidores que puedan demostrar el nivel de estos efectos sobre la salud y por lo tanto apenas ofrece herramientas que un juez pueda aceptar para formalizar una denuncia o una sentencia en contra del dispositivo. No existen “dolorímetros”, “tristezómetros”, “desasosiegómetros”, etc. Es por ello que es difícil medir el nivel de daño y las consecuencias psicológicas, al menos demostrar legalmente que existen y que son dañinas, y por lo tanto, punibles.
Estos dispositivos son en realidad sistemas modernos de tortura (con sonido), en ocasiones mucho más efectivos que golpear o hacer sufrir de hambre, por poner un ejemplo. Logran la desintegración psicológica en pocas horas y el gran problema, como veíamos, es que resulta sumamente difícil de documentar, ya que estas “técnicas” no dejan marcas visibles en la superficie carnosa del cuerpo. Su objetivo cínico es que su efecto resulte imperceptible, hace unos días leía en algún blog de la red una frase muy adecuanda al respecto “[…] el pérfido enemigo de la libertad no debería presentar prueba de la evidencia de la agresión legitimada”.
-En Internet hay una página donde puede oírse y no parece tan molesto como se dice. ¿Puede llegar a ser insoportable permanecer en un espacio abierto dónde sea emitido por altavoces? ¿Se puede neutralizar con tapones o auriculares?
No se puede comparar el sonido que podemos escuchar en internet, con nuestros cascos o altavoces multimedia, con el que emite el dispositivo. Su altavoz (vamos a llamarle Tweeter, un sistema especializado en emitir frecuencias altas), consigue niveles de pureza y rendimiento muy superiores a los de un sistema hi-fi casero, sobre todo en relación a la presión acústica a la que es emitido ese pitido molesto e inaudible, que en algunas ocasiones es bastante superior a los 80 decibelios. Para hacernos una idea de lo molesto que puede llegar a ser, sólo tenemos que imaginarnos poniendo nuestra oreja en una caja de alarma (esas cajas de color rojo que vemos en los bancos y edificios públicos que de vez en cuando suenan por error) o escuchar la alarma de un coche muy cerca de él. Estos ejemplos son ciertamente exagerados, pero el dispositivo funciona en realidad cansando el oído de los adolescentes, provocándoles un deseo de ir a otro lugar para dejar de soportar esa “mosca cojonera” constante, ese sonido “no aparentemente dañino” pero pesado y acuciante que induce deseos de dejar de soportarlo, así es como funciona. Obviamente es relativamente fácil de neutralizar, con un protector de oídos sencillo, por ejemplo, tapándose los oidos con fuerza o utilizando unos sencillos tapones de espuma o silicona, así de sencillo, pero la problemática y cuestión de fondo es otra de las que hablaremos a continuación.
-¿Qué consecuencias sociales tiene ahuyentar a los jóvenes de determinados espacios para prevenir conductas catalogadas de vandálicas, como el botellón o los graffitti?
El objetivo de estos aparatos es dispersar a los jóvenes de sus lugares habituales de reunión (botellón, plazas públicas, exterior de centros comerciales, etc.), pero la cuestión de fondo, la otra lectura, es que estos dispositivos demonizan a los adolescentes, simbolizan el malestar en el seno de nuestra sociedad y promocionan el «miedo y el odio» a los jóvenes creando una peligrosa y creciente brecha entre jóvenes y adultos. Shami Chakrabarti, del grupo de derechos humanos Liberty, una de las organizaciones más activas contra este dispositivos en Gran Bretaña, ha comentado algo que nos abre los ojos: «[…] Imagínese el clamor si se introduce un dispositivo que cause malestar general a las personas de una raza concreta o género, en lugar de a nuestros hijos», y esa es la cuestión a analizar. Vendidos políticamente como dispositivos para la seguridad (excusa ideológica y teórica), en realidad lo que esconden es un deseo de ejercer control social y dominio sobre la ciudadanía; ese es su objetivo específico, solucionar un problema que genera malestar social cuya solución pasa, como mínimo, por el análisis del problema de fondo que esconde, que no es otro que una falta de educación y dedicación a la juventud. Se ataca directamente al síntoma, pero no a la etiología del problema.
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